jueves, 28 de agosto de 2014

"Selfies": autofotos en las redes

El tema de los selfies o fotos de uno mismo tomadas por uno mismo que se ha puesto de moda en las redes sociales tiene muchas aristas, que van desde lo tecnológico hasta lo psicológico, pasando por lo social, comunicacional y estético, que es el enfoque que voy a dar en este caso. Pero para ello también es interesante reconstruir un poco el origen de esta idea de la autofoto.

En wikipedia hay datos curiosos a este respecto, y se señala que ya desde 1839 se han hecho imágenes equivalentes, con los primigenios equipos de ese entonces. Igualmente la idea de tomarse fotos frente a espejos es bastante antigua, por lo que si vamos al concepto de hacerse fotos uno mismo debemos remontarnos a más de cien años atrás.

Lo que cambia hoy en día con la aparición de este "estilo selfie" es la manera cómo se difunden esas imágenes, y más importante aún, cómo se entienden. Haciendo referencia de nuevo a wikipedia, el origen de de la palabra selfie se puede precisar el día 13 de septiembre de 2002 en ABC on line, un foro de internet propiedad de la televisión pública australiana, en el que un participante relatando una anécdota accidentada, destaca que tomó una foto de sí mismo después del hecho (una caída durante una borrachera, en la que se hizo un corte en un labio), y pide disculpas por la mala calidad de la imagen, alegando la forma como se realizó la imagen: desde su propio teléfono; un selfie. En todo caso ya en 2003 era una palabra de uso reconocida en el idioma inglés para definir esas fotos tomadas por uno mismo usando dispositivos digitales, y poco a poco fue pasando a otras lenguas.

Un hecho interesante es que lo que hace popular a las autofotos es la difusión que estas van ganando en las redes sociales y programas de intercambio que desde mediados de la década pasada van cobrando auge vía internet: MySpace, Sónico, Hi5, Facebook, LinkedIn, Flickr, Twitter, Instagram y otras menos conocidas van siendo depositarias de estas selfies que sirven como referencia e identificación para los autores y participantes. 

Esta proliferación, que en algunos casos ha sido vista como un exceso de narcisismo propio del nuevo milenio, en realidad responde a las necesidades posibilidades comunucativas que ofrecen los actuales medios y dispositivos, en conjunción a un espíritu propio de esta era, un poco lo que señalaba Michael Baxandall cuando hablaba del ojo de la época.  Por supuesto que se pueden hacer críticas y cuestionamientos desde el punto de vista de la banalidad o la trivialidad, pero tal vez esto sea subestimar el fenómeno y no entenderlo como signo de los tiempos que corren. Es decir, todavía hay cosas qué decir (y autofotografiar).



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