Cuando en este blog se habló sobre las pinturas rupestres, se indicó el valor de esos imagramas como resortes de comprensión del mundo real. Pues bien; las cuevas que servían como soporte a esos grafismos funcionaban igual como ambiente intelectual/comunicacional, pues el visitante (que no siempre era "iniciado" en el rito) se sentía sobrecogido por la presencia multisensorial a la que allí era sometido: luces y sombras, olores de humo y humores, dibujos fantasmagóricos, frío y calor, ecos y silencio aterradores... Toda una experiencia corporal destinada a producir un impacto mental.
Pero hay más. En ese entonces, el hombre primitivo que allí era introducido no entendía el proceso por el cual se había construido ese entorno impresionante, pero sí comprendía su fin último: el ritual de lo habitual. Igual ocurre, salvando las distancias, con los instrumentos multimedia de hoy: no todos los usuarios comprenden qué pasa dentro o alrededor de cada aparato, pero entienden su poder y le sacan provecho cotidianamente.
Volviendo al tema de la comunicación y los imagramas, vamos a citar un párrafo de Ernst Gombrich, quien ha estudiado los distintos aspectos que las imágenes visuales significan en la vida del hombre a lo largo de su historia, en relación con las artes visuales: "Sería tentador considerar iguales la poesía de las imágenes y el uso artístico de los medios visuales, pero conviene recordar que lo que llamamos arte no se creaba para causar efectos puramente estéticos. Incluso en la esfera del arte, las dimensiones de comunicación son observables, aunque en una interacción más compleja. También en este caso es la función de activación de la imagen lo que determina el uso del medio". Y aquí se vislumbra otra problemática: los imagramas y los medios comunicacionales. Y más aún, tal como se asomó con anterioridad, la relación entre imagramas y soportes, sobre todo cuando el sustento material gráfico contemporáneo abarca desde el papel hasta la pantalla del monitor, pasando por el mismo aire (los hologramas-3D se forman en tres dimensiones sobre ningún soporte físico visible; están literalmente proyectados sobre el aire, por lo menos en teoría).
La cuestión del soporte como determinante de las imágenes también ha sido analizado ampliamente, ya sea bajo la perspectiva histórico-artística (por ejemplo Pierre Francastel en su libro Réalté Figurative) o bajo la óptica comunicacional (por ejemplo Román Gubern en "La mirada opulenta"), determinándose tantos problemas y proposiciones y posiciones, que son demasiado intrincados para que aquí las pueda describir. No hay que olvidar que dijo Sarte: “las imágenes tienen como materia una pura apariencia”. En definitiva, lo resaltante es el gran papel que juega el imagrama dentro de la comunicación humana y social. Un rol que parece acentuarse y magnificarse con la evolución tecnológica del mundo actual.
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