De las 12 esculturas elegidas como capitales en la historia del arte del Mundo, ésta es la única que no se conserva en su versión original. Conocemos el autor, su obra y su trascendencia, incluso el momento de su ejecución, pero el objeto originario no se ha conservado. Tenemos sin embargo algunas copias fieles, réplicas posteriores, que permiten apreciar perfectamente cómo fue esta obra. Esta escultura es el muy famoso Discóbolo.
Esta es una estatua hecha originalmente en bronce, por el griego Mirón de Eleuteras hacia el año 455 a. C., y representa a un atleta olímpico justo en el instante anterior a lanzar un disco. Está muy bien lograda en su dinamismo y tensión corporal, aunque el rostro sólo muestra concentración. La altura del conjunto es de 1,60 mts. y las réplicas hechas en la época del Imperio Romano son en mármol, pero sabemos que la original fue hecha en bronce, y quedan registros escritos sobre su manufactura. Fue importante porque significó una ruptura en el arte clásico griego, dado que incorporó nuevos elementos dinámicos distintos al hieratismo de las representaciones corporales más antiguas. La composición, está basada en el equilibrio inestable que forman dos "arcos virtuales" que se cortan, el primero formado por los brazos y hombros, hasta el pie levantado. El segundo arco lo crean la cabeza, la espalda y una continuación hacia el pie que sostiene la mayor parte del cuerpo. A partir de estos dos arcos la figura se desarrolla siguiendo una linea ondulada desde el disco hasta el pie levantado. El Discóbolo no representa el momento en el que la acción está terminada, sino un instante fugaz de la misma. Su belleza deriva de la magnifica composición volumétrica que conforma.
Junto con la Victoria de Samotracia y la Venus de Milo, representa uno de los momentos claves del arte occidental, sobre todo si consideramos que fue hecha hace más de 2.400 años, y es una de las figuras más reconocidas del arte griego clásico.
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