La imágenes corpóreas, o imagocorpos, como se señaló en publicaciones anteriores, están asociadas a aquellas representaciones o sustituciones de la realidad que se nos presentan como cuerpos tridimensionales. Por ello, su interacción es fundamentalmente espacial y volumétrica, lo que le produce una articulación, interpretación y trascendencia particular. Sin embargo, los límites entre una escultura cinética (IMAGOCORPO) y una pintura cinética (IMAGRAMA) pueden ser imperceptibles, por lo que cada caso ha de ser estudiado pensando en la tipología que le es más apropiada.
Hay otro ejemplo curioso. Son tradicionales en Rusia unas muñequitas de madera en forma de pin de boliche, huecas por dentro, que contienen hasta doce figuras iguales y cada vez más pequeñas una dentro de otra, con el dibujo de una dama o matrona ("Matrioska"), y de función básicamente ornamental. Estos sólidos son imagocorpos, aunque la superficie pintada sea un imagrama. En casos como este, es válido aceptar las dos denominaciones, dependiendo de la referencia que se tome o se requiera.
Algo parecido pasa con los bajorrelieves y esculturas incorporadas a los edificios. ¿Cuándo son esculturas y cuándo son murales? ¿Y las mismas edificaciones no son, de alguna manera, esculturas para habitar? Bien, el caso de la arquitectura está más lejano, pues en las edificaciones hay un componente adicional que no es propio de las imágenes: la percepción sensitiva del espacio. Es así que se puede hablar de imagramas arquitectónicos (planos, fachadas, cortes, plantas, perspectivas) pero los edificios en sí no son imágenes visuales (aún en el sentido absoluto), pues si bien crean una nueva realidad espacial y volumétrica, no buscan representar o sustituir nada, sino cobijar y albergar, cosas bastante distantes en lo que a comunicación se refiere (un edificio puede comunicar cosas, "riqueza", "poder", "fuerza", etc., pero sin ser imagráficamente).
El aspecto de la arquitectura como imagen implica la idea del "objeto como imagen", que podría analizarse bajo el punto de vista de fabricación de una imaginación, algo relativamente cercano a la noción de imagredo explicada anteriormente, sin que ello signifique que la arquitectura es imagrédica. Este complejo tema ameritaría un extenso estudio, pero veamos brevemente cómo pueden ser tomados los edificios como imagocorpos según ciertas condiciones.
Debemos presuponer el hecho de que para que una construcción sea considerada imagocorpo debe transmitir algún mensaje, bien explícitamente o veladamente. Y esto es lo que sucede con los edificios en general, pues al ser utilitarios, comunican una cierta función. Claro que esa función puede ser variada con el tiempo (palacios que son museos, conventos que son hoteles, etc.), pero el volumen es capaz de seguir transmitiendo información sensorial.
Hay ejemplos aún más inusitados. Las pirámides egipcias eran monumentos funerarios, con apenas alguna cámara interna para los sarcófagos; es decir, todo el volumen de la obra es macizo. ¿Es eso arquitectura o escultura? ¿Muestra esa forma su función? ¿Acaso las pirámides toltecas eran tumbas? ¿Qué representa una misma "cosa" geométrica para culturas distintas?
En 1977 se inauguró en Beabourg, un barrio muy céntrico y fino de París, una refinería de petróleo. No verdaderamente. Es un museo de arte contemporáneo cuya concepción formal y estructural semeja la de una procesadora petroquímica común. Se trata del Centro Georges Pompidou, obra muy sugestiva y revolucionaria, tanto por su planteamiento como por la polémica que suscita. Con sus tubos de metal coloreado por fuera y sus ductos expuestos, es uno de los hitos de la modernidad (o post-modernidad).
Pero más allá de la controversia: ¿Porqué una envoltura de fábrica puede servir a un museo? Y también: ¿Cómo es que una estación de tren puede ser convertida en otro museo (el museo de los Impresionistas en Orsay, inaugurado en 1993, también en París)? ¿Y qué puede decirse del Museo Guggenheim de Bilbao, diseñado por Frank Ghery, inaugurado en 1997? ¿Es esa obra definible como “museo”? Preguntas difíciles de responder en dos líneas, pero interesantes para ser dejadas como objeto de estudio. La forma no necesariamente refleja la función (a pesar de que los Le Corbusier y Mies Van der Rohe propugnaron el "Form follows function", una de las consignas del movimiento moderno junto con "Less is more"); implica un algo más (SU IMAGEN), que deja la brecha para incluir las obras arquitectónicas dentro de la clasificación de imagocorpos. Finalmente, y para no igualar la arquitectura con la imagen, diremos que el imagocorpo arquitectónico es la sensación visual que un edificio, estructura, construcción o volumen habitable produce en nuestras mentes. Salta a la vista, no obstante, que el asunto dista mucho de estar resuelto en este breve inciso, pues para analizar a fondo el tema se requiere un análisis bastante más prolongado, que corresponde a otra área epistemológica.
Tampoco se ha analizado a fondo un nuevo elemento tecnológico, la "Realidad Virtual", suerte de sumatoria de sensaciones (básicamente visuales) generadas mediante computadoras, y que consiste en la utilización de artilugios electrónicos puestos sobre los ojos (como antiparras), que producen la impresión de estar viviendo una realidad ajena, fabricada exclusivamente por el ordenador con la información almacenada en sus memorias. Es cierto que se puede producir (tecnológicamente) la "sensación" de espacio, pero al no ser real ni percibible fuera del "truco" digital, no se considerará a esta técnica como imagocorpo. Por lo pronto, hasta que evolucione más claramente, será clasificada como imagrama-info-digi-gráfico. De esta manera debemos considerar que este campo de delimitiación conceptual es aún complejo y por supuesto, muy interesante.
Hay otro ejemplo curioso. Son tradicionales en Rusia unas muñequitas de madera en forma de pin de boliche, huecas por dentro, que contienen hasta doce figuras iguales y cada vez más pequeñas una dentro de otra, con el dibujo de una dama o matrona ("Matrioska"), y de función básicamente ornamental. Estos sólidos son imagocorpos, aunque la superficie pintada sea un imagrama. En casos como este, es válido aceptar las dos denominaciones, dependiendo de la referencia que se tome o se requiera.
Algo parecido pasa con los bajorrelieves y esculturas incorporadas a los edificios. ¿Cuándo son esculturas y cuándo son murales? ¿Y las mismas edificaciones no son, de alguna manera, esculturas para habitar? Bien, el caso de la arquitectura está más lejano, pues en las edificaciones hay un componente adicional que no es propio de las imágenes: la percepción sensitiva del espacio. Es así que se puede hablar de imagramas arquitectónicos (planos, fachadas, cortes, plantas, perspectivas) pero los edificios en sí no son imágenes visuales (aún en el sentido absoluto), pues si bien crean una nueva realidad espacial y volumétrica, no buscan representar o sustituir nada, sino cobijar y albergar, cosas bastante distantes en lo que a comunicación se refiere (un edificio puede comunicar cosas, "riqueza", "poder", "fuerza", etc., pero sin ser imagráficamente).
El aspecto de la arquitectura como imagen implica la idea del "objeto como imagen", que podría analizarse bajo el punto de vista de fabricación de una imaginación, algo relativamente cercano a la noción de imagredo explicada anteriormente, sin que ello signifique que la arquitectura es imagrédica. Este complejo tema ameritaría un extenso estudio, pero veamos brevemente cómo pueden ser tomados los edificios como imagocorpos según ciertas condiciones.
Debemos presuponer el hecho de que para que una construcción sea considerada imagocorpo debe transmitir algún mensaje, bien explícitamente o veladamente. Y esto es lo que sucede con los edificios en general, pues al ser utilitarios, comunican una cierta función. Claro que esa función puede ser variada con el tiempo (palacios que son museos, conventos que son hoteles, etc.), pero el volumen es capaz de seguir transmitiendo información sensorial.
Hay ejemplos aún más inusitados. Las pirámides egipcias eran monumentos funerarios, con apenas alguna cámara interna para los sarcófagos; es decir, todo el volumen de la obra es macizo. ¿Es eso arquitectura o escultura? ¿Muestra esa forma su función? ¿Acaso las pirámides toltecas eran tumbas? ¿Qué representa una misma "cosa" geométrica para culturas distintas?
En 1977 se inauguró en Beabourg, un barrio muy céntrico y fino de París, una refinería de petróleo. No verdaderamente. Es un museo de arte contemporáneo cuya concepción formal y estructural semeja la de una procesadora petroquímica común. Se trata del Centro Georges Pompidou, obra muy sugestiva y revolucionaria, tanto por su planteamiento como por la polémica que suscita. Con sus tubos de metal coloreado por fuera y sus ductos expuestos, es uno de los hitos de la modernidad (o post-modernidad).
Pero más allá de la controversia: ¿Porqué una envoltura de fábrica puede servir a un museo? Y también: ¿Cómo es que una estación de tren puede ser convertida en otro museo (el museo de los Impresionistas en Orsay, inaugurado en 1993, también en París)? ¿Y qué puede decirse del Museo Guggenheim de Bilbao, diseñado por Frank Ghery, inaugurado en 1997? ¿Es esa obra definible como “museo”? Preguntas difíciles de responder en dos líneas, pero interesantes para ser dejadas como objeto de estudio. La forma no necesariamente refleja la función (a pesar de que los Le Corbusier y Mies Van der Rohe propugnaron el "Form follows function", una de las consignas del movimiento moderno junto con "Less is more"); implica un algo más (SU IMAGEN), que deja la brecha para incluir las obras arquitectónicas dentro de la clasificación de imagocorpos. Finalmente, y para no igualar la arquitectura con la imagen, diremos que el imagocorpo arquitectónico es la sensación visual que un edificio, estructura, construcción o volumen habitable produce en nuestras mentes. Salta a la vista, no obstante, que el asunto dista mucho de estar resuelto en este breve inciso, pues para analizar a fondo el tema se requiere un análisis bastante más prolongado, que corresponde a otra área epistemológica.
Tampoco se ha analizado a fondo un nuevo elemento tecnológico, la "Realidad Virtual", suerte de sumatoria de sensaciones (básicamente visuales) generadas mediante computadoras, y que consiste en la utilización de artilugios electrónicos puestos sobre los ojos (como antiparras), que producen la impresión de estar viviendo una realidad ajena, fabricada exclusivamente por el ordenador con la información almacenada en sus memorias. Es cierto que se puede producir (tecnológicamente) la "sensación" de espacio, pero al no ser real ni percibible fuera del "truco" digital, no se considerará a esta técnica como imagocorpo. Por lo pronto, hasta que evolucione más claramente, será clasificada como imagrama-info-digi-gráfico. De esta manera debemos considerar que este campo de delimitiación conceptual es aún complejo y por supuesto, muy interesante.