Se entiende como criptoarte a una variante de los NFT (Non-Fungible Tokens o Tokens no fungibles), basada en la creación de contenido digital artístico. Diseños digitales, imágenes, vídeos, loops y similares. También pueden incluirse contenidos no visuales como textos únicos, composiciones musicales, poemas o hasta tuits, que entendidos como obra única y valiosa, pueden convertirse en criptoarte. Como ya vimos en publicaciones anteriores aquí en el blog, eso se debe a que la tecnología que hay detrás de este tipo de creación artística soporta casi cualquier cosa. Una tecnología que permite que el comprador de la obra artística pueda demostrar que es de su propiedad, aunque no implique derechos de propiedad intelectual, sin importar el número de copias que se realicen, porque el original es uno solo.
El criptoarte va un paso más allá de la simple creación digital. Los NFT aseguran la autoría del artista y permiten que su obra original sea adquirida por amantes del arte y coleccionistas o inversores. La obra puede ser copiada y difundida miles de veces, pero el original siempre estará en manos de quien tenga ese certificado digital. De esta forma se logra que las obras artísticas creadas en soportes digitales sean únicas y, por tanto, más valiosas a los ojos de los compradores.
Normalmente las obras digitales son particularmente fáciles de reproducir, debido a su naturaleza desmaterializada, pero como ahora una obra puede vincularse con un token no fungible, poseen un número de identificación único asignado, cifra que se coteja con una base de datos distribuida, actualizada y compartida por una red de ordenadores, la ya conocida blockchain. Uno de los aspectos positivos del criptoarte es que hace que varias formas de expresión que son más difíciles de vender según los esquemas de valor tradicionales, como gifs, gráficos en movimiento o las pantallas interactivas, sean viables para todos los artistas. Y se pueden colgar en la pared, como el arte tradicional, gracias a un marco digital o similar. En cuanto a su valor, es el que alguien esté dispuesto a pagar por ello.
El artista Mike Winkelmann (Beeple en redes), con su obra digital "The First 5000 days", consiguió más de 69 millones de dólares por un cuadro que nunca se podrá colgar en una pared. En ese monto se vendió a través de la famosa casa de subastas Christie’s en marzo de 2021. Lo más curioso es que la venta no da verdaderos derechos sobre el cuadro o pieza artística, ni siquiera un póster que colgar en el salón. En realidad el comprador realmente está adquiriendo una especie de derecho de alardear sobre el activo que se compró y poder revenderlo luego.
¿Es el criptoarte el futuro de la creación artística? Algunos expertos consideran que el arte basado en NFT es el futuro de la producción artística digital. Aunque es pronto para asumir que exista un mercado mayoritario en el que se pueda vender y comprar arte en NFT utilizando criptomonedas, sí se ha convertido ya en una forma de inversión para muchos coleccionistas digitales. Se verá qué pasa en este campo tan cambiante como lo es el del arte contemporáneo y del ciberespacio.