Ya en este blog he tocado el tema de la cultura en muchas ocasiones, como definición, como aproximación antropológica, como visión social y por supuesto en relación con las artes y la belleza y sus creaciones. Es un tema amplísimo, muy complejo y muchas veces polémico. Entender las cultura bajo las distintas ópticas contemporáneas es bien complejo. He hablado aquí de cibercultura y de hipercultura, pero podemos ver también el enfoque no tecnológico, que habla de las formas tradicionales o clásicas de su definición.
Así podemos decir que la cultura es un hecho social que se caracteriza por ser aprendida, compartida y dinámica, es decir, que se adapta al contexto con el objetivo de garantizar la supervivencia del grupo humano al que pertenece. Claro, visto así la cultura no es algo instintivo o natural del ser humano, sino que es producto del aprendizaje que incorpora durante toda la vida. Es una capacidad que lo diferencia del resto de los animales. La idea de una cultura no humana sigue siendo objeto de debates, como también lo reseñé acá en otra anterior publicación (ver aquí).
La forma de vida en comunidad hace posible la continuidad de la cultura y su comunicación. Existe una amplia diversidad cultural como tantas sociedades o países hay en el mundo, es decir, las diferentes culturas pueden convivir y compartir sus aportes. Ahora bien, sin dudar la gran variedad de culturas que pueden ampararse bajo esta perspectiva y que son muy diferentes entre sí, pareciera que todas comparten los siguientes elementos:
Los símbolos que son reconocibles por toda la comunidad.
El idioma y el lenguaje particular.
La idiosincrasia, es decir, el modo de ser de las personas.
El sistema de creencias que le da una dirección a la vida, como la religión o los rituales.
Los valores que proveen de un orden social.
Las leyes que regulan un determinado sistema de normas y sanciones.
Las costumbres, como el tipo de música, de vestimenta o de comida.
Las celebraciones colectivas, como una fiesta patria o el carnaval.
El avance de la tecnología que impacta en el desarrollo de la vida cotidiana.
Aquí entra entonces el elemento tecnológico, que es un elemento fundamental, si aceptamos la idea de tecnología desde su origen etimológico, tékne, palabra griega (en griego antiguo: τέχνη, que designa la «producción» o «fabricación material», la acción eficaz, para el logro de objetivos concretos) siendo el factor que se inscribe en el ámbito en el que se desarrolla la actividad creadora e intelectual del hombre, considerada como un valor definitorio de nuestro mundo. Es aquí donde entra entonces el campo de la cibercultura y todas las formas de tecnología electrónica y digital que han modificado nuestro mundo, como la cultura 2.0 propia de Internet y las redes sociales.