Hay diversas teorías que llamamos normativas, que explican, a través de normas, paradigmas o postulados, cómo funciona o debe funcionar el proceso de la comunicación humana, social y masiva. Una muy importante es la que se conoce como teoría autoritaria, llamada así porque muestra una forma de estructura comunicación en la que el estado ejerce un control importante sobre los medios y los contenidos de los mensajes.
La teoría autoritaria de la comunicación es, entonces, un modelo que describe un sistema en el que los medios de comunicación están bajo el control directo o indirecto del Estado. En este tipo de sistema, el gobierno ejerce un poder significativo sobre lo que se puede y no se puede publicar, transmitir o difundir a través de cualquier medio.
Son características principales de la teoría autoritaria el control gubernamental, la censura, la propaganda y la limitación a la libertad de expresión. Aquí el estado tiene la autoridad final sobre los contenidos de los medios y se ejerce, bien de modo sutil o abierto, una censura previa para evitar la difusión de información que pueda ser considerada perjudicial para el gobierno o el orden establecido. Los medios se utilizan como herramientas de propaganda para promover la ideología del régimen y fortalecer su poder.
En este modelo se da una limitación de la libertad de expresión. Los ciudadanos tienen restricciones significativas en cuanto a su derecho a expresar sus opiniones públicamente. El control estatal sobre los medios se justifica a menudo en nombre de la seguridad nacional, la estabilidad social o la protección de los valores tradicionales.
Es interesante ver que esta teoría tiene sus raíces en sociedades más teocráticas, donde la visión del mundo estaba fuertemente influenciada por creencias religiosas y metafísicas; luego pasa a otras formas políticas, en las que gobiernos autoritarios utilizaban los medios para consolidar su poder y legitimar su dominio. Esto sigue siendo así en muchas partes del mundo hoy.
Este paradigma es fuertemente criticado por sus características de control y dominación. Los críticos de esta teoría argumentan que limita la diversidad de opiniones, pues el controlar los medios, el gobierno impide que se escuchen voces disidentes y limita el debate público. También puede fomentar la desinformación, porque la propaganda estatal suele distorsionar la realidad y manipular a la opinión pública. Además esta forma de supervisión en los contenidos viola los derechos humanos; la censura y la restricción de la libertad de expresión son contrarias a los derechos fundamentales reconocidos internacionalmente.
En la historia mundial reciente, numerosos países han adoptado modelos de comunicación autoritarios, como la Alemania nazi, la Unión Soviética, la China de Mao y muchos otros regímenes totalitarios. Aunque en la actualidad son menos comunes los sistemas de control total sobre los medios, porque la internet y las redes sociales han cambiado el panorama mediático, aún existen países donde se ejercen presiones y restricciones sobre los periodistas y los medios de comunicación.
En fin, la teoría autoritaria de la comunicación describe un sistema en el que el estado ejerce un control férreo sobre los medios, limitando la libertad de expresión y utilizando los medios como herramienta de propaganda. Este modelo ha sido ampliamente criticado por su impacto negativo en la sociedad y su incompatibilidad con los valores democráticos.
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