En el campo de los estudios de la comunicación se establece un elemento de "filtración" o control que se conoce como filtración deliberada. Tenemos este fenómeno tanto en la comunicación no verbal como en la verbal y la mediada. Se entiende como filtración al manejo intencional que se hace de la manera en que se envía un mensaje, para que llegue de una forma determinada.
Ciertamente, hay también filtraciones no intencionadas. Un ejemplo sencillo podría ser una situación en la que una persona intenta fuertemente dar la impresión de estar relajado y confiado, pero deja filtrar el hecho de que está nervioso por la tensión en sus manos y en su expresión facial. La filtración se produce también, ocasionalmente, en nuestra comunicación verbal, cuando accidentalmente utilizamos una palabra inadecuada que luego corregimos. Pero las filtraciones pueden ser también deliberadas.
Un padre, por ejemplo, puede decir a su hijo algo como "no me sentí herido por tu conducta", pero con un tono y postura de víctima, que trate de hacer sentir culpable al joven. Un gesto tan inocente en el lenguaje no verbal como un bostezo, puede ser un intento deliberado de mostrar aburrimiento. Pero hay muchas otras formas de filtración deliberada, notablemente en las mediaciones comunicacionales de hoy en día.
En este caso, la filtración deliberada en la comunicación es una especie de barrera que se crea cuando la información es manipulada intencionalmente para que parezca más favorable al receptor. En otras palabras, es como si se "filtraran" ciertos detalles o se exageraran otros para presentar un mensaje con una imagen más positiva o conveniente de una situación. En la próxima publicación veremos cómo y porqué se produce la filtración deliberada en la comunicación y sus consecuencias.
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