En principio, una "Acción Comunicativa" según el filósofo alemán Jürgen Habermas, es una interacción en la que los sujetos capaces de manejar lenguajes y accionarlos, entablan una relación con formas verbales y no verbales, que permiten negociaciones, entendimientos y conclusiones. El concepto central, entonces, se refiere a la interpretación que permite generar situaciones susceptibles de consenso. Así, los significados se establecen con argumentos.
Dentro de este ámbito, Habermas destaca la idea de racionalidad, que permite el análisis de la sociedad en dos formas, la razón de la vida y la razón del sistema. Por otro lado, para que la Acción Comunicativa se produzca en esa sociedad, sea cual sea su racionalidad, deben darse cuatro condiciones. estos supuestos no pueden dejar de suceder, si se quiere alcanzar un consenso comunicacional, bien sea desde lo individual o lo colectivo. Estos son:
Inteligibilidad para lo que se dice. La comunicación resulta imposible si lo que se dice es incomprensible para los demás. Ello implica apego a las convenciones.
Verdad para aquello que se dice. Para el contenido de lo que se dice en relación con lo objetivo (si digo “esta mesa es marrón”, debe ser marrón) o para las condiciones de existencia de lo que se dice (si digo: “cierra la ventana”, se presupone que la ventana estaba abierta). En todo caso se refiere a la verdad verificable, no a la ontológica.
Rectitud para su acto de habla en relación con un contexto normativo. Esto significa que todo hablante se atiene a un conjunto de normas aceptadas por todos. Si dice “usted se calla” es porque debe estar autorizado a decirlo. Caso contrario, no se produce la acción.
Veracidad para su formulación como expresión de su pensamiento. Lo que dice debe ser lo que cree o piensa; si miente, la comunicación se rompe. Responde a principios del sistema social.
Estos cuatro supuestos son los que forman la base de validez de los lenguajes. Para Habermas, el uso primario del lenguaje sería el orientar su empleo al entendimiento, por lo tanto tiene implicaciones sociales, culturales y hasta políticas de todo tipo. Indudablemente la comunicación comprende acciones que conforman (y han conformado) la sociedad y la cultura, desde el principio de sus manifestaciones. De aquí partirá su Teoría Crítica, aplicada a la modernidad, sobre la base de toda esa argumentación histórica.
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